top of page

Juana de Ibarbourou

(1892 – 1979)

BAJO LA LLUVIA


¡Cómo resbala el agua por mi espalda!

¡Cómo moja mi falda,

y pone en mis mejillas su frescura de nieve!

Llueve, llueve, llueve,

y voy, senda adelante,

con el alma ligera y la cara radiante,

sin sentir, sin soñar,

llena de la voluptuosidad de no pensar.

Un pájaro se baña

en una charca turbia. Mi presencia le extraña,

se detiene… me mira… nos sentimos amigos…

¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!

Después es el asombro

de un labriego que pasa con su azada al hombro

y la lluvia me cubre de todas las fragancias

de los setos de octubre.

Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado

como un maravilloso y estupendo tocado

de gotas cristalinas, de flores deshojadas

que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.

Y siento, en la vacuidad

del cerebro sin sueño, la voluptuosidad

del placer infinito, dulce y desconocido,

de un minuto de olvido.

Llueve, llueve, llueve,

y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.


 

EL FUERTE LAZO


Crecí

para ti.

Tálame. Mi acacia

implora a tus manos su golpe de gracia.


Florí

para ti.

Córtame. Mi lirio

al nacer dudaba ser flor o ser cirio.


Flui

para ti.

Bébeme. El cristal

envidia lo claro de mi manantial.


Alas di

por ti.

Cázame. Falena,

rodeé tu llama de impaciencia llena.


Por ti sufriré.

¡Bendito sea el

daño que tu amor me dé!

¡Bendita sea el hacha, bendita la red,

y loadas sean tijeras y sed!


Sangre del costado

manaré, mi amado.

¿Qué broche más bello, qué joya más grata,

que por ti una llaga color escarlata?


En vez de abalorios para mis cabellos

siete espinas largas hundiré entre ellos.

Y en vez de zarcillos pondré en mis orejas,

como dos rubíes, dos ascuas bermejas.


Me verás reír

viéndome sufrir.

Y tú llorarás.

Y entonces... ¡más mío que nunca serás!


 

LA SED


Tu beso fue en mis labios

de un dulzor refrescante.

Sensación de agua viva y moras negras

me dio tu boca amante.

Cansada me acosté sobre los pastos

con tu brazo tendido, por apoyo.

Y me cayó tu beso entre los labios,

como un fruto maduro de la selva

o un lavado guijarro del arroyo.

Tengo sed otra vez, amado mío.

Dame tu beso fresco tal como una

piedrezuela del río.




bottom of page