hotel naguilán
Valdivia, te camino en tonos fríos
un octubre donde todo lo que necesitaba era vino y alevosía
te quiero más que a cualquier otra ciudad a la que haya ido
y he viajado como quién no quisiera, por suerte mía
soy una desgraciada con los placeres que me ha dado la vida
los lujos burgueses a los que fui sometida
nunca me pudieron quitar el amor que sentí con tus olores
con tus sabores y tu alcohol que me desollaba
el alma y el cuerpo que tan poco me quedaban
me acogiste como hija, Valdivia
me hiciste sentir viva
cuando no podía estar menos consciente
de cómo vivir la vida
no hay buenas razones para lo que hice aquí
sólo amor y risas
llanto tibio defenestrado
traslado inexacto de lugares de origen
no recuerdo de dónde vengo
si no estoy contigo
Valdivia, río, aguas consiguientes
busca a mi amor porque yo no puedo
caminé tus malezas y tus cerros con un hombre frío
con semblante de mirista, sin consideración por el sentimiento ajeno
me enamoré de un guerrillero como lo hizo antes Andrea
y lo quise como la vida misma me dijo que lo hiciera
hombre hecho de agua y sol
no sé extrañarte sin moverme del mapa en el que estoy
me entrego a la paz que sólo tú me das
en mis recuerdos ahora, pero antes
en la extensión de tierra entre el Calle Calle
y el cielo al que llamábamos habitación de hotel
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