Salí de madrugada para presenciar el amanecer, tanto deseaba que fuese así, enfrentarme al oscuro sendero y verlo iluminar a puro canto de gallo y zorzal, y, justamente, así fue. Durante el viaje, me ha salido escribir, mientras tenga luz, por si algo llego a olvidar.
De salida, me crucé en la ruta con el viejo Humberto, me llevó en su carreta hasta la estación. En el camino los paisanos me despedían y les correspondí alzando la palma. Ahora que recuerdo, me pregunto, quizás alegre, ¿sabrán que uno se va por la maleta o porque lo ven lustroso nomas?
Llegando a la estación surgió una nueva pregunta, ¿norte o sur? Lancé el escudo y ahora me congelo en este vagón camino al sur, no sé a dónde iré a parar, y no me importa la verdad, lo único que sé es que ya queda poca luz y llegó el momento de dormir en este frío y solitario tren.
Mayo, 1968.
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