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Reseña de la semana: Emaús (1999)

revistaelcoloso

 

Luego de leer Seda (1996), y así como me ha pasado con muchos otros libros, quizá demasiados, sentí que mis expectativas para con la literatura de Alessandro Baricco eran altísimas, tan altas como alguien que se sabe enamorado/a o recién resucitado –un milagro. (¿Estoy siendo excesivamente dramático?). Esta tortura –o trivialidad- me llevó a leer otras de sus novelas: Emaús. Sólo Dios sabe que no me equivoqué.


La historia gira en torno a cuatro amigos de 17 años; el Narrador, Luca, Bobby y El Santo, y se desarrolla, sin mucho preámbulo, durante los años 70 en Italia. Estos cuatro adolescentes, ya en camino hacia la adultez (el final de todo atisbo de capacidad crítica), viven vidas aparentemente tranquilas: van al colegio, ayudan a los ancianos de un hospital (a los que llaman “Larvas”), tocan música cristiana en la iglesia, no conocen el significado ni la trascendía de la palabra “dolor” y son vírgenes –no han experimentado los sinsabores de la penetración. Sin embargo, y como sucede con las historias que desembocan en Tragedia, hay un personaje que, sin saberlo, los llama hacia su vida (algo que funcionaría igual de bien si se tratase de otro chico, un animal o algún objeto, he ahí la genialidad narrativa de Baricco), y este personaje es Andre, una muchacha de clase alta, impredecible, disoluta y alejada ya del “mundo material”. El narrador la describe como: «Distante, aparece de vez en cuando, siempre en historias que no nos conciernen. A pesar de que tenga nuestra edad, por regla general suele estar con los mayores, y esto la hace todavía más extraña, y eventual. Nosotros la vemos –resulta difícil de saber si ella nos ve alguna vez».


En Emaús, y a diferencia de Seda, Baricco adopta un estilo más fluido, extenso, con frases largas e inalcanzables en cuanto al ritmo, y que, por momentos, se asemejan a la estructura narrativa y lírica de Los Evangelios. Sí, esta novela es una apología a la moral; pero no por eso deja de ser un libro acerca de la vida, con lo bueno y malo, con el éxtasis y el tedio –una fiesta. Es por eso que no sólo se centra en un aspecto puramente religioso, sino que toca temas como la lucha de clases, el suicidio, la amistad, la paternidad y, sobre todo, el deseo.


Cabe destacar que el título proviene de una historia bíblica: (...) Cuando llegaron a Emaús, los discípulos le pidieron al forastero que se quedara con ellos. Durante la cena, el forastero bendijo el pan y lo partió. De repente, los discípulos se dieron cuenta de que el forastero no era ningún extraño, ¡sino el Salvador mismo!


Un libro tan brillante como desolador.


Por Javier Ignacio Lux





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