Él era joven. Él era muy joven.
Era demasiado maldito.
Se emborrachó con la sangre de jóvenes muñecas.
Con el poder de esas risas locas.
Corriendo codo a codo
con la visión de su propio demonio.
Rápidamente penetró a las jóvenes muñecas.
Clavó alfileres en inocentes cabezas.
Su tristeza dorada producía una mala semilla.
Ja ja. Fue el último en reírse.
Cabellos rubios enredados con tu aliento vital.
Hidrógeno blanco. Rimbaud.
Salvador de los científicos olvidados: los alquimistas.
La alquimia de la palabra.
El poder de la palabra.
Los disparos de los rayos del amor
en las ceremonias obscenas
no dejan marcas doradas de prueba.
Detrás, Rimbaud, bendito Rimbaud herido Rimbaud
ángel con mangas de cabello azul (NO) luz sin sombra.
Rimbaud, ¿fue una piedra rodante
perseguida como todos los profetas?
Fue un joven demasiado maldito.
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