Cada vez la vida se te hace predecible,
el sol te da la espalda y los sueños dejan de serlo.
Los pies y la columna te duelen más rápido
y terminas todas las noches mirando la pared
hasta encontrar una mínima razón para dormirte.
Culpo a la tele por esto, por mentirte y hacerte creer
que algún día serías el astronauta en la luna
o la princesita entre todos los siervos;
sólo para después paralizarte
con la horrible verdad
de que eso no es cierto.
No, no eres especial, eres m e d i o c r e;
olvidable; como todo el mundo; ¡fush!,
un grano de arena que vuela en el aire;
un minúsculo gajo de piedra
en una calle mal encementada.
Estás condenado a la mediocridad,
quiérelo o no, y no habrá nada
que
puedas
hacer
como
para
cambiarlo.
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