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Monólogo de un bufón: poema en prosa de Javier Ignacio Lux

revistaelcoloso

 

Creo que es momento de empezar a quererse a uno mismo, y de guardar el odio, donde sea que quepa (en el baúl de los recuerdos, en la ventana que da hacia el jardín, en el ataúd en el que descansan nuestros muertos), para los fascistas, los hippies, los que hacen el mal y, sobre todo, para quienes nos han abofeteado -en todos los sentidos de la palabra. Adoración. Adoración. Adoración a los gatos, a las flores de loto, a los lirios, a las nubes, a los amigos, a la música, y a todo lo que vibra. Y que la familia -esos que nunca nos quisieron- ardan como una puta iglesia. Porque sí, sí, sí, sí, estoy seguro de que alcanzaré la gloria, y luego, quizás, caeré al mar como un ícaro. Y esa será la historia de mi vida... ¿Y si se vuelven a reír de mí? ¿Y si la timidez me vuelve a consumir como una llama que no se apaga? ¿Y por qué me golpeo en el estómago cada vez que quiero llorar? ¿Y por qué siempre me termino quedando solo? ¿Y cómo llegué aquí, ahora, en este mismo instante, si el último recuerdo que tengo es el de estar en la camilla de una ambulancia? ¿Y quién fue el que arruinó mis planes, mi anhelo, mi gran truco de magia? ¿Y en qué pienso cuando ya no me queda en que más pensar? No, no pienso en nada, no hay nada más que un montón de mierda en mi cabeza, y, sin embargo, sigo poniéndome la armadura de acero que me protege de las ilusiones. ¡Ah, tantas promesas, tantos te quiero, tantos sueños rotos! Haré reír al mundo con una sonrisa de estatua, y creerán, al menos por un minuto, que no soy tan diminuto e invisible como ellos creen. 




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