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Maxine Kumin: natación matutina

revistaelcoloso

Actualizado: 9 abr 2024


 

A la cabeza vacía me viene una

playa de algodón, un muelle desde donde


me ponía en marcha, aceitada y desnuda,

a través de la niebla, en la soledad fría.


No había línea, ni suelo ni techo

para distinguir el agua del aire.


La niebla de la noche, espesa como felpa,

me rodeaba en su profusión enmarañada.


Yo colgaba mi bata de dos ganchos.

Y sostenía el lago entre las piernas.


Invadida e invasora. Iba por encima

de ese cielo chato.


Los peces se movían debajo de mí, rápidos y sumisos.

Entonaban mi nombre en su zona verde.


Y al ritmo de la brazada

tarareaba en dos por cuatro un himno lento.


Tarareaba “Quédate conmigo”. El ritmo

subía con cada azote delicado de mi pie.


Subía en las burbujas oblicuas que

soltaba, y que trepaban por mi boca.


Mis huesos se tomaban el agua: el agua que caía

por todas mis compuertas. Yo era el manantial


que alimentaba el lago que se reunía con el mar

por el que iba cantando “Quédate conmigo”.




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