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Federico García Lorca: Breve diario de una vida

revistaelcoloso

 

No, vacía no, porque me estoy llenando de odio

Hablar de literatura de habla hispana sin mencionar a Lorca (1898-1936) es no hablar de nada. Poeta, dramaturgo y escritor español del siglo XX es, hasta el día de hoy, una de las figuras literarias más celebradas de nuestra lengua, no solo por el excelente contenido de sus obras, sino que, además, por lo apasionante de su vida.


En un principio, Lorca deseaba convertirse en músico; fue durante su estadía en la Residencia de Estudiantes que comenzó a dedicarse a escribir; pero, también, a tocar el piano. Esta influencia se ve reflejada en uno de sus primeros textos, Poema del cante jondo (1921): un preludio de las temáticas e intereses que constituyen su obra futura, la descripción del paisaje andaluz, de quienes lo habitan, del ritmo y, sobre todo, del ánimo que permea los pasajes del mismo, dramático, doloroso, vívido.


El imaginario de Lorca es profundamente trágico. Las relaciones de quienes inundan sus poemas y dramas se encuentran dentro de un conflicto consigo mismas/os y con el resto, las propias obsesiones y percepciones amorosas suelen ser los motivos a través de los cuales las obras se impulsan a lo largo de la lectura, siendo acompañadas con exquisitos diálogos llenos de tensión erótica, infértil y pasional. Federico García Lorca se refería a sí mismo, a su obra y a su pueblo como “triste, estático”.


Escritores anteriores, como Antonio Machado, Pío Baroja o Juan Ramón Jiménez sirven de referencia; asimismo, Lorca cumple con un rol de continuidad de las temáticas de estos poetas; pero también de figuras del Siglo de Oro español: Garcilaso de la Vega, Calderón de la Barca o Luis de Góngora. El cuidado de la tradición temática que se ve modernizada a través del tiempo, y de las propias experiencias de Lorca, proporcionan un estilo cargado de una belleza particular, una verdadera actualización estética para la época, y es quizás por eso que todavía se lee su obra, no solo Romancero gitano (1928), uno de sus más célebres poemarios, sino que también los dramas Bodas de sangre (escrita en 1931 y estrenada en 1933), Yerma (1934), La casa de Bernarda Alba (escrita en 1936 y estrenada en 1945), o la difusión de uno de mis poemarios favoritos, Poeta en Nueva York (escrito entre 1929 y 1930).


Este último fue escrito luego de su huida de España -esto debido al viciado ambiente artístico e intelectual que se tenía hacia él, el término de su relación con un escultor y el distanciamiento con Salvador Dalí, de quien cayó enamorado. Antes de la partida de Lorca, mantienen una correspondencia de las que se han salvado en su mayoría cartas escritas por el pintor; pues se comenta que Gala, esposa de Dalí, habría quemado las del poeta. Lorca vuelve a España en 1934, y es asesinado el 18 de agosto de 1936 por soldados franquistas; Antonio Machado escribió en su honor el poema El crimen fue en Granada. Durante su vida, y hoy a casi 90 años de su fusilamiento, su obra sigue siendo un referente para las artes, la literatura y las humanidades alrededor de todo el mundo.


Por Lucyla Valenzuela



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