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Erewhon
En 1870, Samuel Butler postuló que las máquinas ya habían evolucionado más rápido que cualquier otra especie, incluidos los humanos. Y fue más allá: dijo que era inevitable que en algún momento inventáramos máquinas que nos superaran.
No es algo muy distinto al futuro de la trilogía “Matrix”, donde los humanos van a la guerra contra las máquinas y luchan por ser la especie dominante. Esto no es coincidencia, y tampoco lo es el hecho de que la serie “Dune” se ambientara en un futuro donde las “máquinas pensantes” están prohibidas, todo luego de una guerra llamada “Jihad Butleriana” en la cual se destruyeron las computadoras. Aldous Huxley también reconoció explícitamente la influencia de este autor. Así que no es difícil concluir que el influjo de Samuel Butler en la ciencia ficción es equiparable al de Edgar Allan Poe en la narrativa de terror, a nivel de cultura popular.
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Puede parecernos visionario escribir algo así en 1870, una época en la que la palabra “computador” aún hacía referencia a una persona que trabajaba haciendo cálculos matemáticos; pero debemos recordar la gran revolución tecnológica que presenció Butler durante la Era Victoriana. Las enormes máquinas a vapor remplazaban a miles y miles de campesinos, tal como los computadores y la IA hoy en día. Además, Butler vivió en una época donde el darwinismo revolucionaba las ciencias naturales. Entonces, no es raro que extrapolara la teoría de la evolución a los cambios vertiginosos que él presenciaba en las máquinas de su tiempo: las veía “evolucionar”. Lo que siguió fue un cálculo simple. En un par de décadas, las hoces y guadañas se habían convertido en enormes máquinas que escupían humo y podían hacer el trabajo de miles de hombres, con un solo operador.
Este cambio se había dado en un lapso abismalmente inferior comparado con los millones de años que le tomó evolucionar al ser humano. Entonces, a ese ritmo, no fue difícil para Butler imaginar un futuro no muy lejano en que las máquinas nos dominaran. Toda su tesis podemos verla resumida en su obra “Darwin Entre las Máquinas”, publicada apenas cuatro años después de “El Origen de las Especies”.
Pero las obras de Butler no destacan solo por la novedosa premisa futurista. En su narrativa brillan ideas y conceptos que denotan una profundidad artística y filosófica. Los artificios, por otro lado, son convincentes y nos ayudan a ver las cosas de otra manera. En “Erewhon” (1872), su novela más famosa, se nos presenta un país que tiene prohibida la tecnología de las máquinas. Pero está lejos de ser una utopía: las costumbres de Erewhon son, como mínimo, curiosas. Notable es que los habitantes de Erewhon criminalizan a los enfermos: “Enseñaban que aquellos que nacieron con cuerpos débiles y enfermos y habían pasado una vida de sufrimiento, serían torturados por toda la eternidad; pero aquellos que nacieron fuertes, sanos y apuestos, serían recompensados por siempre. Sobre cualidades morales no hicieron mención alguna”. En este sentido, independiente de lo que sea “bueno” o “malo”, los enfermos son una carga para la sociedad y una potencial fuente de contagio que resulta antisocial, y por ende son tratados como criminales y sometidos a las más severas desventajas. Así, a través del artificio del “mundo al revés”, llega un punto en que uno se cuestiona si se está criticando al país de Erewhon o al propio.
Otro ejemplo: “La vida, insisten [los habitantes de Erewhon], sería intolerable si los hombres fueran guiados en todo lo que hacen por la razón y sólo por la razón. La razón traiciona a los hombres y les hace dibujar trazos firmes y precisos, además de hacerles definir las cosas por medio del lenguaje... siendo el lenguaje como el sol, que te cría y luego te quema”. Pero ¿acaso no somos nosotros quienes recibimos una educación de raciocinio lógico- matemático? Y sin embargo no han faltado filósofos como David Hume que declaran que “la lógica es esclava de las pasiones”, o el lema inscrito en Delfos: “sólo sé que nada sé”. Entonces, entramos al mundo gracias a la lógica, para luego descubrir que ella no es más que una ficción imposible y que fiarse de ella es traicionarse. También es sabido que el conocimiento acrecienta la ignorancia, en la medida en que permite comprender el vastísimo universo de lo que desconocemos; tal como ocurre en astronomía cuando mejoramos nuestros telescopios solo para descubrir que cada vez hay más y más...
Comprender el artificio del “mundo al revés” permite llevar la interpretación de nuestra realidad a otros extremos. Por ejemplo, ¿qué querrá decir el narrador al declarar que: “Los habitantes de Erewhon [...] sostienen que la muerte, así como la vida, es un asunto que se trata más de estar asustado que herido”? Esta novela no es un espejo común, va más allá de las apariencias: deforma y resalta nuestra peor cara.
Por estos motivos y otros, algunos dicen que Erewhon es “nowhere“ al revés (corrigiendo la H). Otros creen que sería más preciso agregar un espacio y decir: “now here”.
Por Tomás Veizaga
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