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Diamond Jubilee: El eco del pasado

revistaelcoloso

 

Cada vez que miro por la ventana de mi habitación, puedo presenciar el reflejo de las luces en la piscina; un escenario que parece atrapado entre lo tangible y lo etéreo que resulta ideal para musicalizar con canciones reconfortantemente solitarias.


Cuando me enteré del lanzamiento de Diamond Jubilee (Realistik, 2024), con su generosa extensión de dos horas con dos minutos; sabía que iba a ser una experiencia colosal que requerirá la mayor de mis atenciones. Oírlo fue una recompensa aún mayor: el cuerpo espectral del LP está compuesto por melodías agridulces con una producción de baja fidelidad que se revela como un rollo fotográfico polvoriento.


¿Quién es Cindy Lee? Es el alter-ego diva de Patrick Flegel, guitarrista, vocalista y drag queen, quien, además, participó en Women, una de las bandas post-punk más influyentes de los últimos quince años. Un bastión del DIY y referente de cómo se puede marcar una generación de músicos indie en tiempos donde la resaca de las glorias del siglo pasado terminó.


Cindy Lee no es solo un proyecto musical, sino un personaje vivo y fluido, una entidad que mezcla la teatralidad con una sensibilidad artística intencionalmente personal. Flegel encarna a su avatar para explorar la vulnerabilidad, el misterio y la belleza imperfecta de la vida. Su estética coquetea con el glamour decadente, evoca una añoranza por el siglo XX, trayendo a la memoria los ecos de cantantes clásicas, cineastas experimentales y el lado oscuro de la cultura pop. No busca ser descifrada; su misterio es su fuerza, un espejo de los anhelos y temores que proyectamos en ella.


Entrando a la musicalidad, dentro de los 32 tracks que componen el disco existe una mezcolanza de estéticas recogidas que comparten una sola característica: la -a estas alturas del partido- inevitable nostalgia. En su sonoridad hay trozos de The Ronettes, The Walker Brothers, The Velvet Underground, Guided By Voices, sonido Motown y canciones del Brill Building. Es un disco que se debe escuchar reiteradas veces para descifrar su dinámica y cada uno de sus géneros, sentir las pausas que hay entre baladas devastantes sobre amigos o amantes del pasado como “Don’t Tell Me I’m Wrong”, canciones de rock más directas y ruidosas como la apoteósica “If You Hear Me Crying”, tonadas pop “Baby Blue” o “Kingdom Come” y piezas instrumentales atmosféricas con leitmotif como “Realistik Heaven”.


El eclecticismo de su tracklist lo hace sentir como una transmisión de radio AM incesante. Un programa de madrugada que acompaña a los oyentes más solitarios de la noche; los nocheros, los caminantes, los alcohólicos, los repartidores nocturnos o los habitantes de moteles baratos. Esa es su gran virtud, puedes poner el track que quieras, jugar con el orden, incluso; o poner el aleatorio del reproductor para dar con variaciones únicas, como si sintonizaras una estación que inevitablemente volverá a tocar las mismas canciones.


Diamond Jubilee tuvo una distribución deliberadamente cerrada y perfectamente coherente con la ética DIY (hazlo tú mismo) del artista. Inicialmente auto-lanzado en formato digital a través del Neocities de su sello y como video en YouTube, excluyendo por completo a las plataformas de streaming salvo Bandcamp, consolidó su aura enigmática. Incluso en la era del Internet de las cosas, donde los servicios rastrean nuestros hábitos de consumo artístico, el álbum se mantiene como un objeto que parece hecho para ser buscado y redescubierto, como un vinilo perdido en una tienda de segunda mano. Esto genera el efecto secundario de reforzar su desconexión con el presente tecnológico y subraya su carácter intemporal, transformándolo en una pieza que desafía la inmediatez y la fugacidad del consumo moderno. Al fin y al cabo, Diamond Jubilee no busca llegar a todas partes, sino conectar profundamente con aquellos oyentes dispuestos a adentrarse en su universo particular.


Diamond Jubilee no es un disco que se consuma con prisa ni uno que busque satisfacer las expectativas de un público amplio; es un refugio. Un espacio sonoro que abraza a quienes están dispuestos a habitarlo, ya sea desde una habitación solitaria con vistas a luces reflejadas o desde el asiento de un vehículo que recorre calles vacías en la madrugada. Diamond Jubilee es un manifiesto para quienes eligen perderse y encontrarse en el eco del pasado, proyectando una sombra única sobre nuestro presente. Me gustaría creer que aún queda chance para el DIY.


Por Joaquín Martínez




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