Lamentablemente, y aunque me esfuerce en no hacerlo notar, siempre escribo desde la irracionalidad, el impulso y la experiencia, y esta, claramente, no será la excepción.
Primavera del 2020. Estoy en mi pieza, solo, ido y con las luces apagadas. Las canciones, al igual que las sustancias, se comienzan a acabar, y entro, casi por inercia, a reproducir playlists al azar. No siento ninguna diferencia entre un tema y otro; hay, quizás, un cierto vacío en todo esto. Pero, y al mismo tiempo en que comienzo a entrar en trance, se reproduce una canción que me deja con los pelos de punta, y que hace que mi cabeza, ya ida e inerte, se hinche como un globo que es inflado con helio. La canción se llama I Fall In Love Too Easily, y es interpretada magistralmente por Chet Baker. La canción, como supe más tarde, fue escrita por Jule Styne y Sammy Cahn, quienes, además, colaboraron con Baker en otra de sus grandes canciones: «Time After Time», las cuales, además, aparecen en el aclamado disco Chet Baker Sings (1954). I Fall In Love Too Easily ha sido versionada por otros grandes músicos como Frank Sinatra, Miles Davis y Bill Evans, y, sin embargo, no puedo negar que la interpretación del trompetista estadounidense sigue siendo mi favorita; pues, al final y al cabo, fue la que me introdujo a su maravillosa discografía.
La letra es sobria, delicada, y absolutamente tierna: «I fall in love too easily/I fall in love too fast/I fall in love too terribly hard/For love to ever last»... Hay que ser muy cabrón, digo yo, para no derramar, aunque sea una lágrima, y es que, y como ya dije antes, es tan delicada como sencilla en su forma, ¿acaso la simplicidad no es el verdadero lenguaje del amor? No hace falta recaer en versos rebuscados, metafóricos o líricos para sentir que el corazón se te sale del pecho, y esta canción, de por sí, ha roto más de uno.
Por Javier Ignacio Lux
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