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Incesto/Diario amoroso: bailar al borde del fuego

revistaelcoloso

 

Vivo sólo para el éxtasis.
Anaïs Nin

Leer se parece mucho a bailar: un paso adelante, otro atrás; cambios de ritmo, de compás; vueltas, curvas y giros en 180 grados. La literatura de Anaïs Nin es un baile, y ella, en definitiva, es la bailarina que está en llamas. La autora nació el 21 de febrero de 1903, en París, Francia. Vivió en Cuba, Nueva York y Los Ángeles -donde obtuvo la nacionalidad estadounidense. Vivió la vida. Y esto se ve reflejado en su prosa, la cual, y hasta el día de hoy, me sigue dejando al borde del éxtasis, del impulso amoroso, como sucede con las grandes obras, ¿no?


Incesto: diario amoroso (1932-1934) es la continuación del libro «Henry y June», y es, además, la segunda parte de una serie de cinco diarios, los cuales, y siguiendo el patrón de aquella época, fueron censurados por su alto contenido erótico (considerada una de las pioneras de este género); pero que, con el pasar de los años, y luego de la muerte de la escritora, se publicaron con todo el peso del material original. Se me hace difícil hablar acerca del argumento del libro, y es que, después de todo, es la historia de una vida, o, al menos, de pequeños trozos de esta: una exquisita selección de recuerdos e imágenes narradas al ritmo del galopar de un caballo. Aquí, y al igual que en el diario anterior, Anaïs Nin escribe acerca de su relación con Henry Miller, June Miller, algunos de los artistas de la época, su padre (a quien no veía desde hace años) y, sobre todo, habla de sí misma, desde lo más profundo de su psiquis: es un camino de descubrimiento personal, un rompecabezas del alma. «¡Al infierno, al infierno con el equilibrio! Rompo vasos; quiero arder, aunque me rompa. Vivo sólo para el éxtasis. Ninguna otra cosa me afecta. Las dosis pequeñas, los amores moderados, todas las demi-teintes me dejan fría. Me gusta lo extravagante, el calor... ¡la sexualidad que revienta el termómetro! Soy neurótica, pervertida, destructiva, ardiente, peligrosa -lava inflamable y desenfrenada-. Me siento como un animal de la jungla que escapa de la cautividad». Este hermoso e intenso fragmento podría llegar a condensar el argumento del libro; pues nos muestra a la autora en todo su esplendor, y nos acerca, milimétricamente, a su personalidad, a su forma de vida, a sus miedos e inseguridades.


No puedo sino pensar en mi propia existencia, y, también, en un diálogo de la película Eternal Sunshine of the Spotless Mind: la protagonista se cuestiona si es que está viviendo su vida al máximo. «Es inútil que se quiera controlar las vidas, los pensamientos, lo que acaece. Libertad: es el máximo exigible». Vivir en el presente, romper vasos, reglas y estereotipos, arder como un elemento radioactivo. Anaïs Nin es una de las mejores escritoras que he tenido la suerte de leer; pero, por sobre todas las cosas, fue una mujer, una mujer en todos los sentidos de la palabra, una mujer libre.


Por Javier Ignacio Lux







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