Polvo/arena/rocas/sequía/insectos/más & más polvo. El llano en llamas es, a grandes rasgos, un clásico de la literatura hispanoamericana; pero, y como sucede con toda la obra del escritor mexicano, no se detiene ahí: este libro es (junto a Ficciones de Jorge Luis Borges) la cumbre/el Santo Grial de este género literario. Aquí nos encontramos con 17 cuentos/17 caminos/17 subterráneos que llevan a una dirección: un terreno seco, arenoso, violento, y, sobre todo, oscuro. Un terreno que no necesita de artilugios ni artimañas poéticas para mantenerse pegado a la tierra. Aquí la magia está en la aparente sencillez. Sencillez que no hace más que abofetear a cualquiera que subestime el trabajo del autor de Pedro Páramo.
En palabras del poeta & narrador Daniel Sada: El Llano en llamas es un libro clásico porque es inagotable. El humor, concebido como suave ironía, es fruto acedo de ese determinismo existencial, así como la queja o los recovecos de la postración. Huelga decir que un grito, una sombra, el tepetate o el herbaje, así como las estampas de los paisajes desolados, en Rulfo adquieren características humanas y los personajes parecieran acoplarse a esos movimientos.
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