Alma, corazón y pan
Mambrú se fue a la guerra
Y ya no vuelve más
Gervasio (Alma, corazón y pan)
El Golpe de Estado dejó a su paso innumerables heridas que, hasta el día de hoy, no se han podido sanar. No sólo la ciudadanía se vio ultrajada en cuanto a su libertad para expresar el dolor que la dictadura trajo consigo, sino que, también, una de las mejores aliadas que ha tenido la humanidad, desde que el mundo es mundo, se vio acallada desde el inicio del terror del régimen: la cultura. Siempre se habla del apagón cultural, la censura, y del exilio que vivieron muchos artistas chilenos y, en especial, de la tortura, ejecución y desaparición de estos, pero ¿qué pasó con la cultura antes del Golpe Militar?
Violeta Parra, creadora de himnos que se han entonado en todo el mundo (Gracias a la vida, Volver a los diecisiete, La jardinera, entre otros), se posicionó como una de las voces femeninas más destacadas de la región. En 1964, fue la primera mujer latinoamericana en presentar una exposición en el Museo del Louvre. Al volver a Chile, se instaló en la Peña de los Parras, un lugar que se alzaría como el centro del folclore chileno. En 1966, un año antes de que se arrebatara la vida, nos brindó el disco «Últimas Composiciones».
La Discoteca del Cantar Popular (DICAP), fundada en 1967, se convirtió en el soporte de los artistas ligados a la Nueva Canción Chilena. Artistas que no contaban con el espacio dentro de los sellos multinacionales, pues desarrollaban canciones de corte más contestatario. Quilapayún, Víctor Jara e Inti-Illimani grabaron con el sello, así como también lo hizo la banda de rock experimental Los Blops, donde editaron su disco homónimo. En 1971, se crea el sello IRT, fundado gracias a la nacionalización del sello «RCA Victor», durante el primer año de gobierno de la Unidad Popular. En su catálogo aparecen artistas como Patricio Manns, la banda Amerindios y el mítico disco La Ventana de Los Jaivas, el que contiene canciones como «Mira Niñita» y «Todos Juntos».
Al igual que la música, el cine también tuvo su momento de mayor auge antes del Golpe de Estado, ¿coincidencia? A fines de la década de los sesenta, hubo una tendencia más política del cine, con obras tan relevantes como Tres Triste Tigres de Raúl Ruiz, El Chacal de Nahueltoro de Miguel Littin, o Palomita Blanca del mismo Ruiz (filmada en 1973, pero que no llegó a estrenarse ese año). Cabe destacar que, independiente de que el cine chileno había dado un vuelco más político en sus obras, fue en el gobierno de Frei Montalva que se dio un impulso a la realización de un "cine más nacional", ya que varios impuestos fueron liberados, se llevó a cabo la reactivación de ChileFilms y, además, la gente parecía más interesada en consumir este tipo de material.
El arte y la cultura estaban viviendo un apogeo dentro del país; pero, lamentablemente, el 11 de septiembre de 1973, este se vio estancado. Varios artistas tuvieron que abandonar Chile, algunos fueron tomados prisioneros, como es el caso de Ángel Parra, quien fue tomado prisionero en el Estadio Nacional. Otros artistas decidieron quedarse; pero pasando a la clandestinidad, a un rincón, escondidos de las armas. El asesinato de Víctor Jara (1932-1973) es sólo muestra de la falta de humanidad que tuvieron las Fuerzas Armadas con aquel hombre que sólo contaba con una guitarra y su voz para expresarse. Justamente, el año anterior, había publicado el disco «La Población». A Víctor lo acribillaron con 44 balas; pero, antes de eso, sufrió tormentos y torturas que le costaron sus manos, las que le fueron quebradas a culatazos, con las que jamás había dañado a alguien, manos con las que sólo había creado arte, arte como forma de esperanza.
Este es sólo un resumen, una pequeña muestra de lo que nos quitó el sanguinario régimen militar, que después pasó a ser una dictadura en todo sentido de la palabra. No busco, con esto, desmerecer a los artistas que estuvieron después. Desde el Canto Nuevo, el rock, el punk se lograron dar muestras de descontento y apoyo a quienes se quedaron en el país. La cultura chilena iba en alza, y son muchos los investigadores que aseguran que se pudo haber tenido una comunidad, un auge tan grande como ocurrió, por ejemplo, con el rock argentino. La Dictadura le cortó las alas a la cultura chilena que venía alzando su vuelo. Acalló para siempre voces que, pasado los años, quedaron como herencia viva, y que, ahora, seguimos siendo la voz cantante de sus obras. En el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, que ese "para que nunca más en Chile" llene todos los espacios de este país.
Por Paula González Chávez
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